Por: María Fernanda Moletto.
Narradora Oral Escénica y Gestora Cultural
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"Otrora estas apreciadas narraciones se reptían una y otra vez durante las largas horas de tertulia vespertina alrededor del fuego; lamentablemente desde algunas décadas ha quedado trunca la monolítica antigüedad del pueblo, y los últimos restos de la otrora tan numerosa comunidad están dispersos como fragmentos incoherentes a través de la amplia superficie de su territorio" Martín Gusinde.
Hoy en que en nuestro país se celebra el Día de los Pueblos Originarios quiero hacer una breve reflexión acerca del patrimonio inmaterial que hemos heredado a través de la oralidad. La tradición oral ha facilitado el intercambio y la conservación de los saberes, ya que han respaldado parte importante de la cultura milenaria de los pueblos originarios.
La tradición oral ha existido desde que el hombre adquirió el lenguaje y, con frecuencia, han sido el único medio de que han podido valerse las sociedades carentes de medios de registro para conservar y transmitir su historia cultural. Hoy la tradición oral se ha perdido o está perdiéndose ante la modernidad y los métodos tecnológicos de comunicación. La familia así ha olvidado un fondo de conocimiento de una época remota que da identidad a las personas, honra el origen humano y despierta la imaginación. Cuando los miembros de la familia o de la comunidad se reúnen para compartir historias no se limitan a relatar el pasado, sino que lo interpretan y lo actualizan al momento de narrarlo. En este acto la palabra que cuenta transforma la necesidad de memoria infinita, extensa en el espacio y en el tiempo. La tradición oral transmite la conciencia, no de los individuos, sino de la comunidad; no vivencias personales, sino una herencia que se ha hecho colectiva con el tiempo, porque la narración oral tiene sus raíces en un sistema de conocimientos, creencias, valores, ideologías, modos de acción, emociones, y otras dimensiones de orden social y las culturas fueguinas no están exentas de dicha riqueza. Es en este contexto que quisiera realzar el legado patrimonial que hemos heredado del etnólogo alemán Martin Gusinde, quien incansablemente recopiló relatos de las culturas fueguinas.
Gusinde tuvo la sensibilidad de distinguir entre riqueza cultural y riqueza material y no juzgó a los fueguinos por su aparente precariedad. Es más, pasó meses conviviendo con ellos y escuchando sus relatos, los que transcribió con infinita paciencia y perfección. Gracias a ello como narradora chilena en pleno siglo XXI tengo la posibilidad de continuar transmitiendo sus historias y al hacerlo coloco dicha recolección del pasado desde la perspectiva y las necesidades que tenemos en el presente, abriendo la posibilidad a otros de entender los relatos como un elemento cultural que define parte de la identidad mestiza de nuestro país.
excelente blog.....Fernanda Moletto